martes, 3 de enero de 2012

El zoco de Talamagai

Era yo pequeña cuando mi padre que era un alto cargo de la zona me llevó al Zoco de Talamagai.
Como todo zoco moro, se vendían numerosas cosas de comer, aperos agrícolas para el cultivo de las pocas cosas que se podían, montones de Granadas, esa fruta tan rica y llena de fibra.
A él, se acercaban las personas que vivían en el desierto, para hacer acopio de todo necesario para el mes, pues solo se celebraba el primer Domingo de todos los meses.
Esa día, había un gran acontecimiento, un Tuareg, u hombre azul como se les llamaba estaba con su `precioso caballo haciendo compras. eran muy temidos, más que nada, imponían un gran respeto.
Yo montaba a caballo y a pesar de tener 10 años, había ganado un concurso de salto internacional, y en mi atrevimiento de la poca edad, me acerqué al caballo del tuareg y le acaricié en la frente, sin darme cuenta de que el tuareg estaba detrás mía observándome, y casi sin notarlo, me levantó entre sus brazos y me sentó en el caballo. Le dio un manotazo en el anca y el caballo salió al galope.
Me cogió un poco de improviso y a poco me caigo, pero logré mantener y di una gran galopada.
Cuando llegue a donde él estaba, me ayudó a bajar y me dijo que de ahora en adelante, me convertía en hermana de sangre y que cuando viese a alguno de los suyos, hiciese valer mis derechos.
a continuación montó en su caballo y haciéndome el saludo moro de Salan Maleikum se despidió de mi.
Ni que decir tiene que todos los moros del zoco me hacían reverencias, pero mi padre cuando se enteró me castigó durante unos días.


Esto que cuento es real.


ploa

11:45
Viernes
16/04/2010

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