viernes, 20 de julio de 2012

Desde mi ventana


Hoy no es igual que ayer ni será lo mismo que mañana.

Es curioso y aunque a todos nos sucede, hoy soy menos joven que ayer, pero algo más de lo que seré mañana. Y aunque todo sea relativo respecto de la edad, el paso del tiempo es implacable... para todos.

Hoy, tengo 76 años. Esta noche, a las 12:00 habré cruzado una línea de no retorno: seré un año más viejo. Porque los años no se cumplen hasta que se han vivido hasta la última hora, del último minuto, del último segundo del día que nos vio nacer.

Soy consciente de que la llama de la vela se apaga indefectiblemente, aunque no sople el viento. Que en el pábilo que la sustenta están contenidos todos mis sentimientos, anhelos, fracasos, emociones, amores y hasta rencores. Y de que, consumido el pábilo entraré en la noche de los tiempos o en el túnel de la luz, según la esperanza que cada uno de nosotros albergue. Y de que, una vez consumido el tiempo del combate de la vida, sonará la campana en el ring y alguien más joven que yo me habrá derrotado para siempre.

No, amigos, no es fatalismo ni dramatismo. Simplemente, es reconocerle al pan sus virtudes de pan, y al vino las del vino.

Buenas tardes,

E y N
20 Oct 2011 18:19

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