martes, 3 de enero de 2012

Una ciudad cualquiera

Tenía en canto en la voz, un don peculiar y la exactitud exacta de que era un dios, algo le fallo
en el camino, algo se dejo.
Igual tocaba el piano que a la luz de una candela cantaba una canción llena de dolor y de pena,
no supo seducir la pasión dejándola morir entre las luces tenues de un café de bohemia, su risa
era dolor sus ojos brillos de amor llenos de agua de mar ocultos, bajo una tormenta. En su boca
se amotinaba el grito oculto bajo el asfalto de una ciudad que el llamaba "cualquiera".


A media noche le despertaba la ansiedad de que estaba con ella, pero solo encontraba su propia
miseria.


Escribió interminadas melodías, que terminaban emborronadas por la lluvia de sus ojos verdes estepa,
y del alcohol que del vaso caía. Cuando estaba ebrio es cuando la veía sentía el calor de su cuerpo
deslizándose ante lo más oculto de su ser. De rojo cobalto se teñía el el fuego que desprendía el piano.


En una de esas madrugadas, de una ciudad cualquiera entregó su vida.
Un piano se subasta, sin saber de dolores ni de penas,
otras manos tocaran lo que no terminaron aquellas.


Ashia

03 Oct 2011 15:43

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