miércoles, 4 de enero de 2012

Tú tenías 20 años

Cada noche, en mi viaje de ida, con mucho cuidado, pasaba por tu lado procurando no hacerme notar demasiado por los demás y intentando no molestarte a ti más que lo estrictamente necesario. Tan solo te decía bajito:
Por favor, échate un momentito a un lado que voy a pasar.


Cada noche, en mi viaje de vuelta, tú seguías ahí cuando yo volvía a pasar, y de nuevo te pedía que me dejaras un sitio por el que pasar sin estorbar.


Tú te acostumbraste a mis paseos, yo me acostumbré a tus silencios y para ambos se convirtió en rutina mi paso nocturno, de ida y vuelta, por tu lado.


Hasta que un día quebraste el silencio con una nota que me esperaba en mi viaje de vuelta:
La próxima vez que pases, te estaré esperando para que me lleves a uno de esos paseos nocturnos contigo, que tengo curiosidad por saber que es lo que haces.
Y te llevé, y recorrimos como gatos los tejados de los chats.


La noche siguientes estabas ahí, esperando, con las uñas afiladas y los complementos necesarios para otro de esos paseos gatunos, nocturnos y golfos, que desde entonces se convirtieron en algo habitual.
Fue entonces cuando descubrí algo en ti que no sabía muy bien como encajar:
Tú tenías veinte años y yo tengo algunos más.


Una idea rondaba entonces nuestras cabezas, pero fue de tu boca de la que brotó:
¿por qué físicamente tan alejados, si lo podemos evitar? Sería tan fácil....
La tentación era grande y nada había que lo desaconsejara, ¿o sí?.
Sí, lo desaconsejaba el hecho de que hubiera algo que podría hacer quebrar la magia que nos rodeaba:
Tú tenías veinte años y yo tengo muchos más.


Tenía que suceder, era inevitable, tus uñas dialécticas gatunas se hacían, noche a noche, más y más incisivas, hiriéndome al incrustarse en mi piel, cuándo me requerían una y otra vez ¿Por qué no? ¿por qué? ¿por qué?.


Llegó un momento que hasta yo me lo pregunté: ¿Por qué no?... ¿por qué?
Sentido de la responsabilidad, coherencia, sensatez, cordura, madurez mental, honestidad.


¡Pamplinas!.
Aquello tenía un nombre: Miedo escénico.
Temor a que lo ganado en la distancia se perdiera en la intimidad, porque había algo que no tenía remedio ni se podría jamás solucionar.
Tú tenías veinte años y yo no tenía edad.








http://www.youtube.com/watch?v=Qtt_jT73cqc






Hoy me asomé a los recuerdos y me acordé de ti. No te asombres, son cosas que pasan sin necesidad de pretenderlo.
Tu imagen sigue en mi mente tan inalterable y fresca que se diría inasequible al desgaste del tiempo.
Tal vez eso sea así porque las cosas fueron cómo fueron y no cómo podrían haber sido.

Al-Andalus

04 Oct 2011 20:15

No hay comentarios: