jueves, 19 de enero de 2012

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Yo recuerdo que, en la hora de la siesta, se entornaba la puerta sin cerrarla del todo y poniendo una silla sujetando la puerta, unas veces para que no se abriese del todo y, otras, para que no se cerrase y permitiese el paso de la corriente. En realidad, no impedía el paso, y cualquiera hubiese podido entrar empujando la silla, pero llevaba el mensaje implícito de que no molestasen y que se respetaba al máximo sin más impedimentos.

Invitaho
12 Oct 2011 22:10

1 comentario:

E y N dijo...

Me gusta tu "viaje a los recuerdos de tiempos pasados". No conozco las costumbres de algunos pueblos; aunque sí he podido ver en alguna ocasión, que todavía se mantienen vivas costumbres que reflejan pureza e inocencia en sus costumbres, y que hoy han desaparecido prácticamente.