En realidad, todos amamos y odiamos según nuestra voluntad y no siempre es justo ni merecido.
En la acción reflexiva (a nosotros mismos, en realidad es tan corto el recorrido...), cuando necesitamos amarnos, echamos mano y ni nos enteramos. A ver quien es el valiente que, en una emergencia, no sale a flote como sea. Además, como no nos vemos, ni nos fijamos.
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