miércoles, 11 de enero de 2012

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Realmente uno se juega el tipo cuando llama la atención de toda una masa que, cerrada en círculo, le da la espalda. Aquí no hay toro, como mucho, para llamar la atención, una capa llamativa que se mueve en señal de aviso y un traje de luces donde fijar la mirada para lanzar un "ué!" definitivo y certero para dar la alarma.


No es en vano que el torero está empequeñecido. Cuando uno es el centro de algo que tiene que ganarse, empezando poco a poco, como una semilla, no conviene tener mucho cuerpo que ofrezca blanco, cueste de mantener y alimentar, además de tener que estar concentrado para lanzar un primer paso.


Los que dan la espalda están pasivos, pero firmes en su convencimiento, como anclados, al mismo tiempo que están descoloridos, como desgastados, descuidados y abandonados en el tiempo y suerte.


El que está al centro está activo, incitando, entregado, llamativo, convincente, abierto, demostrativo.


Hay que esperar el final, pero no hay que fiarse de lo visible y tener en cuenta lo que hay en potencia.


Invitaho

10 Oct 2011 20:32

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